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Perseverando hasta el fin

Mateo 24:13 Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.

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Es claro que mientras más nos acercamos a la luz aquello que esta en tinieblas inevitablemente se descubrirá. Por eso al crecer en el conocimiento del tres veces Santo descubriremos en mayor profundidad el pecado que nos afecta. Despertaremos a nuestra indignidad delante de Su presencia sostenidos en nuestros meritos y mas bien creceremos en agradecimiento y adoración a Jesucristo por quien disfrutamos tal comunión. Es normal afligirnos al ver nuestro pecado y llorar hasta el luto por no ser aquello que anhelamos ser: santos incorruptibles. Este es el hambre y sed de justicia de la cual queremos saciarnos. No que haya santos corruptos porque lo que Dios santifica no puede ser inmundo; pero como ya hemos comprobado en esta peregrinación, aun estando en este cuerpo mortal, imposible es que no vengan tropiezos. ¡Y cómo nos dolemos al fallarle al único que permanece siempre Fiel! Mas con gozo lo digo, yo que ayer no hallaba consuelo al fallarle a mi Salvador, que Jesucristo es mi consuelo. ¿No es acaso su Santo Espíritu llamado el Consolador? Y que mayor consuelo que recordarnos que aun nos aguarda su redención. Que nuestro lugar es en la Jerusalén Celestial, verdadera patria de todos los santos.
Oh, hermano, no te consumas de demasiada tristeza cuando tropieces al andar; pues no son tus meritos los que te afirman, sino sostente como viendo al Invisible. Descansa en su Obra y obtendrás las fuerzas para perseverar. Aprende que esta no es una condición para salvarse sino una característica de los que son salvos. Porque mientras este cuerpo enfermo de mortalidad se va debilitando, no obstante el interior se renueva de día en día. Y ya lo dijo el Señor: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
Por lo cual levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.
Puestos los ojos en Jesús perseveremos en la santidad y que la Gracia de Dios nos lleve a su conocimiento. Bienaventurados los que tienen entrada a la Santa Ciudad. Amén!

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