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Las palabras de Jesús

San Juan 6:68  -Señor, ¿a quien iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.

Bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí. Fue la ultima frase que uso Jesucristo cuando los discípulos de Juan el Bautista fueron a averiguar si era el Mesías o debían esperar a otro. El mismo que le bautizó y dio testimonio de haber visto descender el Espíritu sobre Jesús. Aquel que lo llamó el cordero que quita el pecado del mundo, habiendo preparado su aparición publica, ahora en sus últimos días en la tierra, cautivo en la cárcel y encomendado a la voluntad de Dios, se permitió dudar. Un verdadero profeta, un ungido antes de nacer, que tuvo como único mentor a Dios mismo y del cual Jesús dio testimonio que entre los que nacen de mujer no se había levantado otro mayor que Juan el Bautista, necesito una confirmación. Este hombre en su hora mas oscura necesito la luz de las palabras de Jesucristo.
Y es que según las circunstancias que hemos pasado todos, alguna vez, hemos sido tentados a dudar de nuestro Salvador. Es parte de nuestra fe que para crecer debe ser puesta a prueba. El problema sería que dudemos y nos apartemos de él pero si seguimos el consejo del Maestro de escudriñar las Escrituras porque “ellas dan testimonio de mí” hallaremos que no hay tropiezo en él. Pon a prueba a Jesucristo mediante el único recurso material divino que disponemos y será hallado Fiel. No dudes en intentarlo porque conocer a Cristo en la Biblia hará crecer tu fe y disipara toda duda en cuanto a su persona.
Jesucristo es la Verdad. Para creer en él necesitamos creerle a él. Debemos aceptar que sus palabras son la única verdad, toda la verdad y nada mas que la verdad. El es el testigo fiel.
Si queremos doctrina vamos a las palabras de Jesús. La Biblia ha sido tantas veces mal interpretada por el hecho de olvidar que las palabras de Moisés, los Profetas y los Apóstoles inevitablemente deben sujetarse a las palabras de Jesús. “Este es mi Hijo amado, a él oíd” ordenó el Padre. Este es un mandamiento que no debemos descuidar.
Sigamos el ejemplo de Juan el Bautista que quiso de la misma boca de Jesús hallar su consuelo. Su fe estaba puesta en el Hijo porque había oído al Padre, y aprendió de él a seguirle. No desmayemos en las dudas que puedan surgirnos en este mundo del cual no somos parte, vayamos a Jesucristo en su Palabra que él ya ha hablado todo lo que necesitamos para nuestro consuelo. Y como él afirmó: “el cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán”. Amén, Señor Jesús, gracias por tu provisión.

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